10.10.07



Familia y Eutanasia

Por Sebastián H. Olavarria B.

La eutanasia es claramente uno de los temas más discutidos y cuestionados en la sociedad actual, el cual amerita una seria reflexión acerca del actuar del ser humano a fin de generar conciencia sobre que significa y conlleva el tomar una acción frente a la vida de otras personas.

La palabra eutanasia, que ha tenido un desarrollo a través del tiempo, se remonta a la antigua Grecia, deriva de la palabra “euthánatos” “eu” verdadero; “thanatos” muerte. Donde el concepto se refería al buen morir, debido a que una mala vida no era digna de ser vivida.

Hoy en día se entiende por eutanasia al acto u omisión destinados a provocar la muerte de un paciente que experimenta un sufrimiento insoportable o una degradación insostenible; con mayor razón si ha entrado en la etapa final con el fin de evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial e inhumana de su vida.

Se puede clasificar en eutanasia activa directa, eutanasia activa y eutanasia pasiva. La activa directa supone una acción positiva para acortar intencionadamente la vida del paciente con su consentimiento expreso. La activa indirecta es la que tiende a aminorar el sufrimiento del enfermo, con el conocimiento de que ese tratamiento paliativo puede adelantar el momento de la muerte. Y, por último, la eutanasia pasiva consiste en la omisión o interrupción deliberada de un tratamiento necesario para la supervivencia del paciente, con lo que se acelera su desenlace mortal.

Relacionando eutanasia con el concepto de familia nos enfrentamos a uno de los temas más delicados dentro de la eutanasia, dado a que todos los ordenamientos jurídicos establecen el derecho de los familiares más cercanos a decidir por el enfermo. Es aquí donde surgen en las relaciones familiares una mezcla de sentimientos y cuestionamientos como la inseguridad y el miedo a confrontar esta situación. Lo cual es totalmente lejano o diferente al concepto que significa familia la cual sugiere amor, solidaridad, etc. Mas aun si se toma en cuenta que está decisión puede ir acompañada de un sentimiento egoísta, con distintos intereses (herencias, ahorro de gastos, etc.). Cabe destacar que la tensión psicológica y afectiva de haber llevado a cabo una decisión como esta, de haber proporcionado un homicidio a otra persona, conlleva una fuente de problemas de inestabilidad emocional, como depresiones debido a lo éticamente incorrecto que es esto.

Es aquí donde nace la contraparte, la gente dice: acaso no es válido que una persona enferma que no tiene remedio alguno, te pida que lo desconectes, por ejemplo.

Desde el punto de vista subjetivo uno puede pensar que está bien porque está realizando un acto a voluntad del enfermo y por lo tanto hace un bien. Pero objetivamente la acción es repudiable puesto a que uno no tiene el derecho de decidir que es bueno y malo para el otro.

Si en la convivencia social nos fundamentáramos solo en lo subjetivo, dejando de lado las realidades morales objetivas, seria como vivir en la selva porque no habrían normas generales de comportamiento e imperaría la ley del mas fuerte donde toda acción voluntaria de uno mismo es vista como un bien.

Hay que ser consecuente con la manera que vivimos en sociedad y realizar un acto de eutanasia es un homicidio, aunque se disfrace en distintos eufemismos, es matar igualmente.

Sin lugar a dudas este tema seguirá latente en las sociedades actuales y las por venir, puesto a que plantea un tema fundamental en la convivencia humana.

Personalmente creo que el acto de cometer eutanasia es un homicidio y por tal, debe ser castigado según mí por la pena máxima. Aquí prima la objetividad sobre todo y creer tener el derecho de decidir que es bueno y malo para el otro es totalmente repudiable. Creo que nadie tiene ese derecho, solamente un ser divino si es que existe. La vida tiene que transcurrir por su curso natural sin ser alterada por 3eros.